Cirugía de Mama

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Preguntas Frecuentes

Lo más aceptado en la comunidad científica internacional actualmente es realizar el primer estudio mamográfico alrededor de los 40 – 45 años de edad en mujeres asintomáticas. En función del patrón mamográfico obtenido se decidirá cuántas mamografías deben realizarse a partir de los cuarenta años. A partir de esa edad se recomiendan los controles anuales, aunque los programas de cribado poblacional controlan a las mujeres cada dos años. El límite superior de edad está en discusión (los programas de cribado se limitan a mujeres de edad inferior a los 80 años). Dado el beneficio del diagnóstico precoz del cáncer a cualquier edad, la mamografía está justificada al menos anualmente en caso de senos con patrones mamográficos complejos y siempre que la mujer esté con buen estado general y la prueba no suponga ningún inconveniente para ella.

La periodicidad ideal del estudio mamográfico está en discusión, aunque nadie pone en duda los beneficios de un control anual. En algunos casos deben hacerse controles a períodos más cortos, al cabo de tres, seis o nueve meses, dependiendo de cada caso y de que se tenga que realizar un control evolutivo de alguna imagen. Ningún estudio científico ha demostrado que la mamografía periódica cree ningún perjuicio a corto ni a largo plazo, salvando la molestia inherente a la compresión necesaria para un correcto estudio. Estos datos están fundamentados en seguimientos durante períodos superiores a los 20-25 años a mujeres estudiadas anualmente con mamografía, realizados con aparatos más antiguos que los actuales, que ya en su momento radiaban poco y actualmente radian unas 20 veces menos que los modelos iniciales. Se ha calculado que si la mamografía llegase a producir algún cáncer en las mujeres estudiadas, por cada uno de ellos, habríamos diagnosticado al menos entre 80 y 120 cánceres precozmente, por lo que el balance riesgo-beneficio es claramente positivo para la mamografía.

Si el estudio mamográfico es negativo (no sospecha cáncer) la probabilidad de que exista un cáncer inadvertido es rara, pero de cada 100 cánceres es posible que hasta 10 puedan ser indetectables por mamografía, fundamentalmente los carcinomas de origen lobulillar. Esto ocurre sobretodo cuando la mamografía muestra patrones de los llamados densos, en estos casos la combinación de la mamografía con la exploración clínica de la mama por personal especializado, el estudio ecográfico de la mama y la punción citológica de cualquier anomalía detectada, nos llevará a una capacidad de diagnóstico del cáncer de mama que varía del 95 al 99% de los casos. En caso de duda diagnóstica debe hacerse siempre una Resonancia Magnética Nuclear.

El mejor momento para comprimir el pecho es justo después de iniciar el período menstrual y no más tarde de 15 días después de ese momento. El motivo es que en ese momento el pecho es menos doloroso, pues está en reposo hormonal. Cada mujer y cada seno tienen su propia personalidad y por lo tanto su propia sensibilidad que es muy variada. En algunos casos es aconsejable hacer un poco de tratamiento previo al estudio para minimizar la molestia. Para que sea correctamente interpretable es necesario que durante la mamografía se comprima el pecho adecuadamente. Esto suele generar una molestia más o menos soportable en la mayoría de la gente, aunque lógicamente existen casos extremos. La compresión permite una mejor visualización de los tejidos, al mismo tiempo que reduce al máximo la dosis de radiación necesaria para el estudio, que es ya, de por sí, muy baja.

Hay algunos tipos de estructura mamaria que favorecen que cuando las proporciones hormonales de la segunda fase del ciclo hacen que las células mamarias se “estimulen”, se produzca el dolor, al ser el tejido circundante duro o no distensible. Esto no es malo ni indica mayor riesgo de patología maligna, pero es una situación desagradable, que la mayoría de veces puede ser tratada con éxito sin necesidad de recurrir a tratamientos complicados ni peligrosos.

Es aconsejable que la mujer conozca su pecho. Eso únicamente significa acostumbrarse a conocer sus características. Como el pecho modifica su volumen durante el ciclo es aconsejable explorarlo poco después de iniciada la menstruación, que es el momento en que el pecho se encuentra en reposo hormonal. Ello no significa que la mujer se obsesione en explorarlo, ni que ello se convierta en algo angustiante. En ese caso es mejor que haga revisiones clínicas anuales con su Cirujano. Lo ideal es explorar las mamas tumbada y de pie, sin olvidar explorar la cola de la mama y la axila, no debiendo hacerse esta con el brazo totalmente estirado.

El cáncer de origen familiar representa menos del 10 ó 15% de todos los cánceres de mama, según los conocimientos actuales. Se relacionan con: edad temprana de aparición (por debajo de los 35 años), incidencia asociada de cáncer de ovario, a veces, de cáncer digestivo y suelen haber casos en todas las generaciones del árbol genealógico familiar. Lógicamente todo ello debe ser valorado por un experto en Cirugía que será quien finalmente le orientará sobre su posible riesgo familiar. Estos son los casos de los cánceres ligados a los genes BRCA-1 y BRCA-2

El riesgo estadístico en los países occidentales del primer mundo es de 1 de cada 8 mujeres. Siendo el hereditario menos de un 10%, es decir, en la gran mayoría de los casos aparece sin ninguna influencia familiar. El pico de incidencia se sitúa hoy en día entre los 40 y los 60 años. Otros factores pueden serlo también, como la menarquia precoz, menopausia tardía, ausencia de hijos o hijos por encima de los 30 años, dietas ricas en grasa animal, habiéndose descrito una mayor incidencia en los obesos y en la gigantomastia, pero posiblemente relacionado con el mayor volumen mamario. En cualquier caso si un tumor mamario se detecta en estadios iniciales, su porcentaje de curación es muy elevado. Por ello es muy importante la autoexploración periódica, acudiendo al especialista en Cirugía en cuanto se detecte cualquier bulto o variación no existente previamente.

El mal llamado aro del sujetador no es más que un arbotante -un soporte estructural- que permite reducir la cantidad de tela en la parte interna del escote, haciendo posible pues lucir un escote más generoso. Sus problemas vienen cuando no está bien adaptado a la forma del seno y se clava, pues puede producir heridas y lesiones en la piel e incluso endurecimientos del tejido mamario que pueden originar bultos duros (benignos) pero que nos van a asustar. Los senólogos recomendamos a todas las mujeres usar para el día a día un sujetador adecuado, que sostenga sin oprimir, que sea cómodo y que no se clave. En todo caso el riesgo de cáncer de mama no se modifica por el tipo de sujetador utilizado.

Hay un rumor persistente que circula por internet, tanto en forma de correos electrónicos como en páginas web que asegura que esta afirmación es cierta. La teoría que exponen es algo así como que el cáncer se causa por acumulación de toxinas, y que al no ser eliminadas se acumulan en la axila y causan cáncer de mama. Veamos, si eso fuera cierto, como afortunadamente tenemos muchos otros lugares en el organismo para deshacernos de toxinas no se acumularían en la axila (podemos sudar por casi toda la superficie de la piel y la orina y las heces también sirven para deshacerse de toxinas peligrosas) además en todo caso el cáncer aparecería únicamente en las axilas ¿no?. Existen varios estudios científicos que desmienten rotundamente este extremo, por lo tanto no hay motivo para no cuidar un aspecto socialmente importante como es el evitar el olor corporal.

Otra cuestión es la de los desodorantes que contienen partículas de aluminio, en particular los antitranspirantes. Existen evidencias experimentales de que estas partículas pueden tener un efecto similar aunque menos potente que los estrógenos (hormonas femeninas) pero hasta el momento no existe demostración de que su uso continuado pueda aumentar el riesgo de cáncer de mama.

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